Miguel Ángel Velasco, Pólvora en el sueño

MIGUEL ÁNGEL VELASCO
Pólvora en el sueño
Edición de Alfredo Rodríguez
Chamán Ediciones, Albacete, 2017
Miguel Ángel Velasco (Palma de Mallorca, 1963-2010) ha sido uno de los poetas españoles más originales de las últimas décadas.
Lo fue porque utilizó el ácido lisérgico (LSD) para incrementar su sensibilidad, cosa que reconoció públicamente en cuantas entrevistas le hicieron con ocasión de los premios que obtuvo. Y lo fue por la singularidad de su apuesta literaria: «lo que intento hacer es una, podríamos llamarla, poesía de la atención. Partiendo de un objeto dado, ver cómo este se corresponde estructuralmente con formaciones análogas de otros ámbitos, entregarme a su capacidad evocadora…». Así se lo explicaba a Enric de San Miguel en una entrevista que apareció póstumamente. Es una de las tres que contiene la antología que ha preparado Alfredo Rodríguez para la editorial Chamán. El libro incluye también unas prosas de Velasco publicadas en diversas revistas. Por cierto, una de ellas, una valiosa semblanza de Claudio Rodríguez, que fue con Velasco uno de los más jóvenes en obtener el Adonáis. Hay otra sobre Canetti, otro de los ídolos del mallorquín. Además Alfredo Rodríguez incorpora un prólogo que parte de la inesperada muerte de Velasco a los 47 años y que luego conduce con equilibrio por la vida, los sentimientos y la literatura. Se le puede perdonar un exceso de vehemencia en los elogios durante las dos primeras páginas, que luego modera y reconduce con los testimonios de la madre del poeta, su excompañera y amigos verdaderos como Vicente Gallego o José Saborit. Por supuesto, el corazón del libro son los poemas, agavillados desde el cuarto libro de Velasco, pues el poeta descartaba los tres primeros por considerarlos poemarios de formación. Para los lectores de poesía hay clásicos como «Acerca de las heridas de los héroes», el poema que abría La miel salvaje, el premio Loewe de 2002, «Endecha para un perro», «Aparición», «Mallorca revisited» o «La noche de la materia», donde la muerte, su tema recurrente, se funde con el cosmos: «Ve la materia que recuerda, ve / la solicitación del firmamento. / Es el polvo del hueso que no olvida / su linaje de estrellas». 

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