John Berger, Y nuestros rostros...

Ulf Andersen/Getting images
JOHN BERGER
Y nuestros rostros, mi vida, breves como fotos
Ilustraciones de Leticia Ruifernández
Traducción de Pilar Vázquez
Prólogo de Manuel Rivas

Nórdica Libros, Madrid, 2017
«En el silencio que dejamos atrás / no oímos ya la lejanía». John Berger (Londres, 1926) murió en París en enero de 2017 y nos ha legado un libro póstumo de largo título, Y nuestros rostros, mi vida, breves como fotos.
Un libro mestizo, que mezcla poemas y prosas unas veces más cercanas al ensayo y otras al cuento. En realidad no existen saltos: Todos los textos, incluso las versiones originales de los poemas, parecen colocados donde deben estar por un relojero. Leticia Ruifernández ha puesto el ambiente con unas acuarelas pintadas a propósito para el libro, que se convierte en un objeto hermoso, independientemente del contenido. Y nuestros rostros… habla sobre todo del tiempo. Distingue entre el del cuerpo y el de la conciencia, los dos tiempos en que nos movemos. A veces se acerca a los umbrales del misterio, el lugar donde está ausente la palabra y todo discurre en un continuum sin interrupciones. También la carencia de límites de lo visible, que «incluye y al mismo tiempo excluye al ser humano; ve y lo que ve es que lo están siempre abandonando». Con la cadencia morosa de un caminante, Berger va analizando cómo ha cambiado nuestra existencia en los últimos tiempos: «Vivimos no solo nuestras propias vidas, sino también los anhelos de nuestro siglo». En las sociedades tradicionales, «todo lo que le daba sentido al mundo era real; alrededor existía el caos, un caos amenazador, pero amenazador porque era “irreal”». Las casas materiales han dejado de ser nuestro hogar. Las han sustituido nuestras costumbres, «la materia prima de la repetición convertida en un techo». Berger era novelista, pintor, crítico de arte, poeta, pero sobre todo era un referente cultural. Su mirada está tamizada por la pintura de los grandes artistas, entre los que se decanta por Caravaggio, del que describe algunos cuadros. Pero también incluye poemas de otros escritores como Ajmátova o Vinokurov y reflexiona sobre la poesía: «Los poemas están más cerca de las oraciones que de los cuentos». «El poeta sitúa el lenguaje fuera del alcance del tiempo». Sus propios poemas son paisajes que esperan, siempre esperan con él, a la mujer que vuelve.

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