Foto Samuel Sánchez
IDA VITALEMella y criba Pre-textos, Valencia, 2010 Sobrevida Selección y prólogo de Minerva Margarita Villarreal, epílogo de Jessica Nieto Esdrújula, Granada, 2016 |
«Solo
tendremos lo que hayamos dado». Con este verso, cercano a Juan de la Cruz, abre
Ida Vitale su poema «Patrimonio», en el que una vez más hace balance. Nacida en
Montevideo en 1923, Vitale ha sido compañera de generación de Mario Benedetti,
Juan Carlos Onetti, Carlos Maggi e Idea Vilariño.
Ha trabajado en un gran
abanico de publicaciones influyentes en la América que habla castellano. Se
exilió de Uruguay y ha recalado en tres países diferentes (actualmente reside
en la estadounidense Austin). En los últimos años, la supervivencia la colma de
premios a su trayectoria y al conjunto de su obra: Alfonso Reyes (2014), Reina
Sofía de poesía iberoamericana (2015) y Federico García Lorca (2016). Pero su obra
ya estaba haciendo balance en 2010, cuando publicó su último poemario exento
hasta la fecha, Mella y criba: «Temo
ya no saber hacer / lo que no debe verse / aunque / irse del mundo / pida dejar
algo / -como sea- / en pago de la ausencia». Traducciones, críticas, activismo y
poemas son más que algo, son mucho. Pero el hoy nos sigue pidiendo constancia: «¿Y
qué día será / más que lo es éste, / futuro ya y recuerdo?». Y la autora exclama,
entre sorprendida y dispuesta: «Todavía eres presa de la vida», «también queda
conmigo / mi esperanza de tiempo». Su poesía crea ritmo con las repeticiones y
las aliteraciones, asegura Jessica Nieto en el epílogo de la antología que le
han preparado en Granada paralelamente al premio García Lorca. Y añade que, con
el tiempo, Vitale se ha centrado más en «en enunciar los restos, los residuos,
lo que queda de». Pero siempre fue poeta de pocos elementos: la palabra en sí
misma, el silencio que la envuelve: «pido silencio / y es pedir la fruta / en
la flor de verano»; la naturaleza cercana: «el árbol vuelve / música todo»; los
animales próximos: «tu perro es tu testigo y tu constante huérfano». A veces
naïf como Szymborska, seca como Octavio Paz, juguetona con las palabras,
cubista, amiga de dar gracias «a todo lo que ocurre / sin ser más que eso: algo»,
Ida Vitale sigue acumulando poemas y premios desde su atalaya de certezas: «hace
mucho que sabes: / ninguna duda te protege».
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