César Simón. Poesía completa

CÉSAR SIMÓN
Poesía completa
Edición de Vicente Gallego. Bibliografía de Begoña Pozo.
Editorial Pre-Textos, Valencia, 2016

Dice Vicente Gallego en el prólogo que cualquier tapia blanca iluminada por el sol le devuelve a la atmósfera de César Simón, y que también le pasa con el tapiz mítico del mar, el silencio de las habitaciones solitarias y esa luz como calcinada de ciertos días y ciertos lugares.
Lo comparto. Incluso ampliaría la lista a cosas como la importancia de una fecha concreta o el carácter de observador que está dentro y fuera de lo que observa: «nombra, pero no enturbies / aquel cielo del charco». A César Simón (Valencia, 1932-1997) no le hacen falta el rigor apasionado y el cariño meticuloso de su amigo Gallego, aunque tampoco le hacen daño, claro. Es un poeta singular al que su carácter desinteresado y su muerte prematura han mantenido al margen de los focos generacionales. Solo necesita tiempo para ir ganando lectores. Y tiempo es lo que le sobra. Naturalmente esta recopilación de su poesía completa es útil para poner cada verso en su lugar y permite analizar la evolución de su escritura desde Pedregal, acabado en 1968, hasta El pretexto y el fervor, que permanecía inédito desde la muerte de Simón. Gallego ha buceado en carpetas familiares, revistas y en su propia memoria de amigo para rescatar la totalidad visitable de la poesía simoniana, arriesgando a veces en el límite de lo que el propio autor descartó en su día pero había publicado con anterioridad. La exhaustiva bibliografía de Begoña Pozo completa el perfil. Asistimos así a una trayectoria prácticamente definitiva, con sus titubeos madurativos y sus logros incuestionables. El propio Gallego señala algunos de ellos en el prólogo, transcribiendo poemas como Arco romano, Quarks o Lo inimaginable. Pero además incorpora claves útiles para la lectura. No sobra la advertencia de que Simón no es un poeta fácil, por si su aridez inicial disuade al curioso, pero esa dificultad se va difuminando cuando uno se adentra en su mundo. También que es un poeta celebrador disfrazado: «todas tus elegías fueron himnos» y por supuesto su fiebre y su batalla están en este mundo, siempre al acecho de lo inaudito que hay en la consciencia: «Creo, con fiebre y con ardor, / en nada».

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